miércoles, 15 de diciembre de 2010

Llegará la Primavera...


Esta vez, desde el ordenador de Belén en la biblioteca, ha surgido la historia.

Tecktack metió la cabeza en la madriguera, tras escuchar la voz, un congojo le apretó el corazón y le sorbió el aliento. Esa voz era la de Neck, no había duda, pero ella había desaparecido hacía muchisimo, sin dar señales de vida, y por mas que ha había buscado no había aparecido. Tan sólo Clisor la había buscando hasta que le sangraron los pies, y después desapareció con ella, o en el intento de encontrarla.
¿Sería allí a donde habían ido a parar, y por eso no les habían encontrado después de tantos años?

-¿Te vas a quedar ahí como un Gilipollas o vas a bajar?

Tecktack sonrió, no había cambiado para nada. Ahora, ¿Cómo bajaba?
Allí se sentía tan seguro, que tan sólo cerró los ojos y dejó que su cuerpo descendiese por el angosto túnel hacia…¿Hacia dónde?
Para Tecktack el viaje cayendo empicado hacia ningun sitio se le hizo larguísimo, pero cuando empezó a llenarse de luz la piedra que le rodeaba, vio al final un montón de hojas secas, y, como no, calló encima de estas, pero no rozó el suelo. El montón de hojas anaranjadas y secas espigas de trigo amortiguó su caida como si de un colchón de agua se tratase. ¿Allí todo era posible?
Tecktack miró a su alrededor, vió principalmente una pequeña habitación, Ninfa se acercó hacia él, ya no apestaba. Después le tendieron una mano familiar, era Clisor, no se había perdido, había encontrado lo que un día se le perdió. Tecktack se puso depié y le dio un gran abrazo al muchacho, que tenía las rastas mas largas que nunca y olía a hierba verde más que nunca también. Tecktack no se lo creía, no podía dejar de sonreir y de maldecir, de hacerle preguntas que ellos no contestaban, como porqué se habían ido o porqué nunca más aparecieron. Neck se acercó a Tecktack y le dio un fuerte abrazo.

-De verdad pensaba que no ibais ha aparecer, ¿Y los demás?

Tecktack recordó entonces porqué estaba allí, más o menos. Bellelumiere.

-Y Bellelumiere, ¿No está aquí?- Preguntó Tecktack a sus amigos, preocupado y desorientado; pensaba que la encontraría allí, y no era así.
Neck miró a Clisor con cara de duda, este fue hacia Tecktack y le puso una mano en el hombro para tranquilizarlo.

-Estas en la madriguera, aquí todo es posible. ¿Tienes hambre? ¿Quieres tomar algo?

Tecktack no entendió muy bien aquello, pero se tranquilizo un poco. Se sentó con ellos alrededor de una mesa bajita.

-Bueno, ¿Y qué os pasó? ¿Dónde habeis estado todo este tiempo?

Ambos se miraron, sonrieron y se cogieron de la mano, Neck tragó aire para comenzar a hablar.

En otra parte completamente diferente, quién sabe cuan alejada de la madriguera, estaba otro de nuestros pequeños amiguitos, Helianne.
Ella era una chica alegre, siempre tenía algo que decir, una última palabra que dar, y buenas palabras para todos; acompañado a este carácter tan vivaz, tenia unos avispados ojos verdes y una bonita sonrisa. Caminaba entonces cuesta abajo, en busca de Neial.
Helianne salio de su casa, aburrida, buscando un lugar donde divertirse; habia llamado a Colours, pero no le contestaba, si quiera estaba en su casa.
Estaba caminando cerca de un gran parque cercano a su casa, cuando algo oscuro, una especie de manta densa cayo sobre la hierba, a los pies de un techado.
La pequeña Helianne, hirviendo en curiosidad, se acercó a aquel extraño manto, que hizo un hueco en el suelo, como un agujero negro en mitad de su barrio. Desde dentro de este salia un aire frio y turbio, y un susurro, algo en movimiento.
Fue entonces cuando algo incomprensible ocurrio ante los ojos de Helianne, una mano, cubierta con un guante blanco como si de un dibujo animado se tratase, salio velozmente de aquel agujero y la saludó. Ella miró silenciosamente aquel hecho, y un segundo antes de que Helianne saliese a correr para olvidar aquello, la mano la agarró del pie y la arrastro hacia dentro del agujero, haciendo que el denso manto volase de nuevo…

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