viernes, 17 de diciembre de 2010

Un mundo de colores...


Helianne, ¿Dónde se habrá metido? ¿Y los demás? Sigamos descubriéndolo…

Helianne apretó los ojos, pensando que se daría el golpe más duro de su vida. Pero no fue así, sintió un aire cálido a su alrededor, y un impetuoso sol sobre su cabeza. Estaba depie, sobre kilómetros de arena, algo así como un desierto, pero todo era muy extraño. Parecía que estaba dentro de un dibujo en tres dimensiones, trazado a lápiz y coloreado con un minucioso cuidado. Helianne miró a su alrededor, y solo había arena, y más arena, y un enorme sol.

-Uff… ojala se apagase ese sol… -Dijo mientras se pasaba la mano por la frente.

Y entonces, el sol subió en su trayectoria, y cuando estuvo en lo más alto del cielo, sobre la cabeza de Helianne, se apagó. Todo estaba oscuro, tan solo llegaba algo de luz que asomaba tras una enorme duna de fina arena, y el ambiente se llenó de un fresco viento.
Helianne miro a su alrededor, y decidió andar hacia donde estaba la luz, algo la divertía en ese lugar, al menos había salido de su casa y estaba divirtiéndose en algún lugar que habían coloreado para ella, o eso parecía.

Helianne continuó andando sin rumbo, hasta que el desierto comenzó a cambiar, bajo una nube que cubría una pequeña casita de gominotas, cubriéndola de nieve. Helianne no comprendía nada, pero siguió hacia delante. Se rió ante la idea de conocer a la bruja de la casa de gominola.
La nieve comenzó a caer sobre ella, pero no hacía frío. Toco la nieve y no era como la que siempre había visto, sino que se deshacía en sus dedos como si fuese ceniza. Se llevó un dedo a la boca, para probarla, y una explosión de sabor dulce surgió en su boca, ¿Era azúcar Glasee?
Llegó hasta la casita, que tenía las paredes de barquillo, columnas de palitos de caramelo, ventanas de regaliz, el tejado era de nube de algodón y el picaporte era una magdalena.
Golpeó suavemente en la pared de galleta, y aguardó en la puerta, lamiéndose el azúcar de entre los deditos.
La puerta se abrió, y Helianne no vio a nadie.

-¿Quién llama? –se escuchó una voz de mujer desde dentro de la estancia.
-Euhhmm… Soy Helianne, y no sé muy bien porqué estoy aquí… ¿Podrías decirme cómo salir de aquí?

Se escucho una sonora risa que retumbo en todos los caramelos, y le dijo a Helianne que pasase. Helianne abrió la puerta  y miro hacia dentro. Había una enorme estancia repleta de enormes sillones, mesas, sillas… con formas de piruletas, caramelos, malvaviscos y demás repertorio de gominolas.
Sentada en un enorme sillón con forma de corazón glaseado, estaba sentada una pequeña chica, de pelo corto y oscuro, ojos azules cristalinos, con una simpática carita y una enorme sonrisa esperando a Helianne. Llevaba unas enormes botas con una alta plataforma, una faldita negra y rosa con pinta de tutú, y un apretado corsé que le apretaba el pecho en tonos rosa pastel.

-Me llamo MariéJosse, pero me puedes llamar Pep – Sonrío.

Helianne pasó y cerró la puerta tras de si, se presentó y le contó a Pep todo lo que le habia pasado, ella no dejaba de sonreír.

-Te entiendo Helianne, a mi también me pasó, pero yo nunca he querido volver. Es fácil, sólo tienes que llegar al campo donde el suelo es oro.

-¿Y cómo llego hasta allí?– Pep saltó desde su enorme sillón y se dirigió hacia la puerta – ¡Acompáñame! – dijo a Helianne, correteando por su dulce casita hacia la puerta.

Pep salio a la entrada de la casa, hizo un movimiento circular en el aire con la mano, y dijo algo bajo un susurro.
-Quiero una puerta que nos lleve a mí y a mi amiga Helianne cerca del campo con suelo de oro. -

De la nada salio una puerta dorada como Pep dijo, con el marco más recargado que Helianne habia visto nunca, un dibujo perfecto, digno de un cuento de hadas muy pijas.
Pep abrió la puerta y entro, de esta salía un olor que no incitaba a entrar por ahí, pero Pep continuaba sonriendo, y sacó la mano desde el otro lado de la puerta, que era un frondoso bosque verde.

-No tengas miedo, es tan sólo un dibujo, se puede borrar y volver a pintar cuando queramos, venga, adentro. – Pep tendió su caucásica mano a Helianne, y esta la agarró, sintiendo de nuevo como una extraña fuerza la empujaba hacia un agujero que no conocía.


miércoles, 15 de diciembre de 2010

Llegará la Primavera...


Esta vez, desde el ordenador de Belén en la biblioteca, ha surgido la historia.

Tecktack metió la cabeza en la madriguera, tras escuchar la voz, un congojo le apretó el corazón y le sorbió el aliento. Esa voz era la de Neck, no había duda, pero ella había desaparecido hacía muchisimo, sin dar señales de vida, y por mas que ha había buscado no había aparecido. Tan sólo Clisor la había buscando hasta que le sangraron los pies, y después desapareció con ella, o en el intento de encontrarla.
¿Sería allí a donde habían ido a parar, y por eso no les habían encontrado después de tantos años?

-¿Te vas a quedar ahí como un Gilipollas o vas a bajar?

Tecktack sonrió, no había cambiado para nada. Ahora, ¿Cómo bajaba?
Allí se sentía tan seguro, que tan sólo cerró los ojos y dejó que su cuerpo descendiese por el angosto túnel hacia…¿Hacia dónde?
Para Tecktack el viaje cayendo empicado hacia ningun sitio se le hizo larguísimo, pero cuando empezó a llenarse de luz la piedra que le rodeaba, vio al final un montón de hojas secas, y, como no, calló encima de estas, pero no rozó el suelo. El montón de hojas anaranjadas y secas espigas de trigo amortiguó su caida como si de un colchón de agua se tratase. ¿Allí todo era posible?
Tecktack miró a su alrededor, vió principalmente una pequeña habitación, Ninfa se acercó hacia él, ya no apestaba. Después le tendieron una mano familiar, era Clisor, no se había perdido, había encontrado lo que un día se le perdió. Tecktack se puso depié y le dio un gran abrazo al muchacho, que tenía las rastas mas largas que nunca y olía a hierba verde más que nunca también. Tecktack no se lo creía, no podía dejar de sonreir y de maldecir, de hacerle preguntas que ellos no contestaban, como porqué se habían ido o porqué nunca más aparecieron. Neck se acercó a Tecktack y le dio un fuerte abrazo.

-De verdad pensaba que no ibais ha aparecer, ¿Y los demás?

Tecktack recordó entonces porqué estaba allí, más o menos. Bellelumiere.

-Y Bellelumiere, ¿No está aquí?- Preguntó Tecktack a sus amigos, preocupado y desorientado; pensaba que la encontraría allí, y no era así.
Neck miró a Clisor con cara de duda, este fue hacia Tecktack y le puso una mano en el hombro para tranquilizarlo.

-Estas en la madriguera, aquí todo es posible. ¿Tienes hambre? ¿Quieres tomar algo?

Tecktack no entendió muy bien aquello, pero se tranquilizo un poco. Se sentó con ellos alrededor de una mesa bajita.

-Bueno, ¿Y qué os pasó? ¿Dónde habeis estado todo este tiempo?

Ambos se miraron, sonrieron y se cogieron de la mano, Neck tragó aire para comenzar a hablar.

En otra parte completamente diferente, quién sabe cuan alejada de la madriguera, estaba otro de nuestros pequeños amiguitos, Helianne.
Ella era una chica alegre, siempre tenía algo que decir, una última palabra que dar, y buenas palabras para todos; acompañado a este carácter tan vivaz, tenia unos avispados ojos verdes y una bonita sonrisa. Caminaba entonces cuesta abajo, en busca de Neial.
Helianne salio de su casa, aburrida, buscando un lugar donde divertirse; habia llamado a Colours, pero no le contestaba, si quiera estaba en su casa.
Estaba caminando cerca de un gran parque cercano a su casa, cuando algo oscuro, una especie de manta densa cayo sobre la hierba, a los pies de un techado.
La pequeña Helianne, hirviendo en curiosidad, se acercó a aquel extraño manto, que hizo un hueco en el suelo, como un agujero negro en mitad de su barrio. Desde dentro de este salia un aire frio y turbio, y un susurro, algo en movimiento.
Fue entonces cuando algo incomprensible ocurrio ante los ojos de Helianne, una mano, cubierta con un guante blanco como si de un dibujo animado se tratase, salio velozmente de aquel agujero y la saludó. Ella miró silenciosamente aquel hecho, y un segundo antes de que Helianne saliese a correr para olvidar aquello, la mano la agarró del pie y la arrastro hacia dentro del agujero, haciendo que el denso manto volase de nuevo…

martes, 30 de noviembre de 2010

Un camino de gotas de Sangre


Ñaaaaaaa! Estoy muy contenta de que os guste tanto mi historia^^ eso me anima a seguirla, asique allá  vamos…

El cuento de mi amigo Colours, aun no había terminado. Entre abrió los ojos cuando notó que el suelo se deslizada sólo  bajo su espalda, raspándole los brazos y el lumbar. Recopiló en su cabeza qué había pasado, y cuando cientos de diapositivas horrorosas pasaron por su cabeza recordándole la mierda de día que llevaba, a pesar de haber abierto los ojos a penas hacia unas horas – o eso creía él-. Intentó mover las manos para saber qué pasaba, pero no podía; abrió entonces los ojos y miró el tenebroso paisaje que había sobre su cabeza: árboles grises y puntiagudos, apenas tenían hojas, se les disparaban largas y retorcidas ramas que se enmarañaban sobre una espesa niebla que se extendía por todo el terreno, nubes púrpuras que de haber estado en otro lugar, hubieran sido hermosas, pero allí sólo decoraban una estampa terrorífica. Alzó sus manos, estaban atadas con una cuerda blanca, dura como el mimbre, y salteada con motas de sangre, al igual que llevaba atados sus coloridos pies. Tragó la poca saliva que le quedaba, y miró qué le arrastraba por el duro suelo. Un caballo blanco enorme, con una oscura figura cubierta por una espesa y larga capa negra brillante, le arrastraban sujetándole por las cuerdas que amarraban sus pies. Intentó gritar, pero no le salía la voz, tan sólo un ronco susurro. No había nadie que le escuchase, nadie para salvarle, nadie en ese puto sitio que le fuese a ayudar.
Tecktack  caminaba por la carretera tras salir de su casa, pensando en el largo camino hasta llegar donde vivía Bellelumiere. Buscó por sus bolsillos   su paquete de palitos, lo abrió, y tan sólo encontró uno, medio mordido, y un papelito dentro que ponía: “Sabes que te quiero y te los devolveré. Bellelumiere (: “. Tecktack  se enfadó, pero no pudo evitar sonreír, la quería más que a nada en el cochino mundo donde vivían.
Continuó su camino apurando al máximo el trozo de palito que le quedaba, y justo antes de llegar escuchó unos ladridos familiares. Miró hacia todos lados, y corriendo por una empinada cuesta que nunca antes había visto, vio correr a Ninfa dirigiéndose hacia él. Tecktack  la llamó, y esta al verle, corrió hasta tenerle cerca y saltó a su regazo. Tecktack  no se creía lo que estaba viendo: Ninfa sin Bellelumiere, sola, sucia, mojada, llena de ramas, cubierta por un liquido pringoso y oliendo de la manera más asquerosa que había olido nunca.
Tecktack  la dejó en el suelo, y Ninfa salió corriendo por donde había llegado. Tecktack  la llamó, pero escuchó como ella también la llamaba a él; Decidió correr tras ella, a lo mejor la llevaba junto a Bellelumiere, y no se equivocaba.
Tecktack  era valiente, divertido pero algo gruñón, inconformista, protector, y él también había entregado a Bellelumiere una cajita con su corazón. Tenía el pelo de punta, cortado de una manera radical que le encantaba.
Persiguió a Ninfa corriendo hasta que le faltaba el aliento y le dolían las piernas. Ninfa le llevó a un sitio que nunca había visto antes en el barrio de Bellelumiere, incluso Tecktack  diría que nunca antes había estado allí ese extraño lugar. Ninfa le esperó en el límite, donde empezaban a crecer enormes árboles que tapaban el humano cielo, y una vez que él la alcanzó, Ninfa se sumergió en aquella frondosa oscuridad, ladrando para que su amigo la siguiese. Tecktack  dudó un momento, tan sólo entró al pie de un robusto árbol, y cuando rebuscó por sus bolsillos y quiso hacer acopio de su teléfono, ya no estaba. Ninfa volvió a ladrar desde la profundidad del bosque, y cuando Tecktack  miró hacia atrás, ya no estaban las calles que miles de veces había caminado, sino que el bosque se había extendido hasta donde alcanzaba la vista. Tecktack  se armó de valentía llenándose el pecho de aire, y caminó hacia adelante, ¿Qué podía hacer sino? Algo le decía que Bellelumiere estaba por allí, en peligro, cosa que no iba a permitir.
Tecktack  andorreó hasta que localizó de donde venían los ladridos de Ninfa. Metió las manos por las hojas que un enorme Sauce Llorón dejaba caer delante de sus ojos, entonces el paisaje cambió. Todo era una explanada de cielo azul, rodeada de trigo, el suelo parecía de oro bajo las altas espigas; pero algo rompía esa dorada armonía, un árbol, rojo, más rojo que cualquier cosa que antes hubiera visto. Sus flores parecían gotas de sangre y sus ramas se erguían señalando al cielo. Ninfa estaba allí, a los pies de aquel árbol. Tecktack  continuó sin mirar hacia atrás, y cuando llegó al árbol Ninfa no estaba. Comenzó a buscarla entre los matojos de trigo, encontrando allí un agujero hecho entre las ortigas. Tecktack tuvo tres sensaciones muy extrañas al ver aquel hueco en la tierra: La primera fue, que tan sólo con ver aquel lugar, se sintió tranquilo, como si ya antes hubiera estado allí, como si no corriese bajo ese agujero ningún peligro, lo que nos lleva hasta la siguiente sensación. Le parecía que podía entrar perfectamente por ahí, pero que una persona cualquier a penas si hubiera podido meter la cabeza. Por último, ese sitio no estaba seco, a su alrededor no creía el trigo, sino la hierba, y de dentro salía una sutil música, tan flojita que no supo como la podía haber oído, y un olor tan peculiar, que tampoco sabía bien dónde lo había olido antes.
Tecktack  introdujo la cabeza en el agujero, era profunda y oscura. Le llegó el eco de unas risas, y los ladridos de Ninfa. Miró entonces al árbol y… ¿Qué cojones? ¡Había crecido como dos metros! ¡Y el trigo también!
Entonces se asustó, no entendía nada, ni siquiera que el que había encogido era él. Metió los brazos en el agujero, y después la cabeza, y pudo ver un atisbo de luz al final del angosto túnel.
— ¡Ya era hora Tecktack! ¡Estábamos esperándoos desde hace años! Pensábamos que no vendríais… — Una alegre voz afloró del fondo de…
¿Era una Madriguera?

domingo, 28 de noviembre de 2010

Pon un arcoiris en los días grises, Colours...


¿Preparados? Y por lo que sé ansiosos (:
Muchas gracias por vuestros halagos, y me encanta que os este gustando tanto, espero que siga siendo así, y acepto críticas constructivas^^
Belle estaba aterrada, no entendía que estaba pasando, dónde estaba, cómo habia llegado hasta allí, si estaba perdida, si la encontrarían, si Ninfa seguiría viva. Tenía miedo. Fue entonces cuando el tronco apoyó sus pesadas ramas en el suelo, y se irguio con movimientos rígidos, levantando tierra y polvo, trozos de corteza seca caían a los pies de Bellelumière, que aterrada salió corriendo, hacia ninguna parte, no sabía en qué dirección, ni siquiera si en esa especie de mundo mágico, las direcciones eran las mismas. Corrió y corrió, dejando atrás aquel vivaz trozo de árbol, qué, sin ninguna lógica, había despertado de su letargo y había hablado a Bellelumière.
El tronco se sorprendió, tenía el gesto de alguien con más de tropecientos años tallado perfectamente en la madera.
—Qué chica tan rara… ¿Porqué habrá salido corriendo sin llevarse su premio?— Dijo este; En el hueco que el enorme tronco había dejado bajo él, había una pequeña joya azul, como sacada si quiera de un anillo; pero era para Bellelumière, y ella había huido.

Fue entonces, cuando bajo las copas de los árboles, como si estas marcasen el límite del cielo, todo comenzó allenarse de espesas nubes de colores púrpuras; el tronco carraspeó unas palabras, y sacando la joya del hueco y tendiéndola en su mano, volvió a esconder su rostro entre la arena.

Mientras tanto, en la otra punta de la cuidad, mundo, dibujo o recoveco, estaba durmiendo plácidamente  otro de mis especiales amiguitos.
Enterrado entre sábanas, abrió los ojos repentinamente como si no hubiese estado durmiendo, y cerrando estos suspiró. Sólo con haber abierto los ojos, sabía que iba a ser un mal día.
Se desperezó y retiró la ropa de cama, se levantó a paso lento, y entonces supo porqué iba a ser un mal día, tan sólo cuando el frío suelño le produjo en los pies un escalofrío que le recorrió la espina dorsal como un calambre, y tras la ventana había un poster real, en el que habían pintado un horrible, triste y sobrio día de invierno.
Mi amiguito dirigió sus cansados pies hacia el cuarto de baño, y en el espejo observó su rostro: ojeras, parpados caidos, labios resecos, el flequillo despeinado y echado hacia atrás… Buuf… Le llevaría un rato arreglñarlo todo.
Pero eso nunca podría con mi querido Colours, alegre, divertido, cariñoso, bueno, muy bueno, generoso y humilde.
Cuando ya estaba preparado, ataviado con su divertida ropa de diferentes colores, bajó al salón de su casa mentalizándose: No tenía porqué ser un mal día, ¿No?
Pero así, era, sí lo iba a ser.
Cuando bajó su casa era sombría, estaba vacía, ni un solo susurro, ni una tenue voz. Nada. Cayó entonces en la cuenta, ¿estaría solo?
Pasó a la cocina, y cuando abrió la puerta, una avalancha de agua le empapó las zapatillas y los bajos de los pantalones; con los ojos abiertos como platos, dirigió su mirada al lavabo: la cocina entera estaba empantanada porque alguien se había dejado el grifo abierto. Pasó en puntillas a cerrar la corriente de agua, tragó aire despacio y lo soltó. Echó mano a su móvil para contactar con su madre, pero al ver el teléfono…¡Llegaba tarde a trabajar!¡Muy, muy tarde!
Salió corriendo hacia la puerta que daba a la calle, y sin saber porqué, su máquina de dibujar, estaba en la mesita de la entrada. La cogió, la metió en su cartera porque pensó que echar algunos dibujos le vendría bien, y con los zapatos y medio salón empapado, salió corriendo hacia su trabajo mientras llamaba a su madre por teléfono, se sentía agobiadísimo, más que muchas veces.
Iba tan rápido, tan concentrado en poder explicarse a su madre mientras corría y se ahogaba, que sin saber cómo, ni porqué, ni siquiera qué era, una enorme bola de nieve le atrapó, y todo a su alrededor era frío y estaba oscuro; rodó y rodó sin saber hacia dónde iba, sin saber cómo salir, pudo rodar durante muchísimo rato, estaba empezando incluso a acomodarse en esa locura que no paraba de dar vueltas y le estaba revolviendo el estómago, cuando de repente un golpe seco le golpeo fuertemente la espalda, y la gran bola de nieve se rompió, esparciendo toda la nieve por el suelo. Colours se levantó dando tumbos, mareado, con más colores en su cara que en su nombre, e intentó saber a dónde había ido a parar, y que ojalá le hubiera dejado cerca de la panadería, porque seguro que su jefa iba a mandarle allí.
Miró entonces a su alrededor, y ni mucho menos estaba en su casa, tampoco en su barrio, ni en ninguno cercano, ni siquiera en su ciudad.
Se paró a mirar con qué se había chocado cuando la espalda se le resintió, y al mirar al suelo vio unas enormes patas de saltamontes. Tragó saliva y guió su mirada desde esas enormes patas de insecto, por un enorme bicho de colores amarillentos, hasta unos gigantes ojos redondeados llenos de vetas, que tenían pinta de estar muy enfadados. Colours calló en ese momento en el suelo, mareado, confundido, muerto de miedo y estando seguro de que iba a ser el peor día de su vida.

¿Qué os parece?¿Y a ti, Colours?

sábado, 27 de noviembre de 2010

Lucid~Nightmare


Os presentare a mi primer amiguito, en este caso amiguita.
Su nombre es Bellelumiere, pequeñita, delgada, con el cabello lacio y de tonos ocres claros, cara de traviesa y de valiente ; su personalidad no difiere demasiado de su personalidad, atrevida y descarada, con un carácter fuerte (si se enfada grita, suelta tacos y tortazos si hacen falta), y un corazón tan grande, que al ser ella tan pequeña, tubo que regalarselo a otro de mis amiguitos, Tecktack, su compañero, amigo, y dueño de su corazón.
Bellelumière adoraba pasear a su perrita, Ninfa, y todas las mañanas salía con ella a la calle, para respirar aire del amanecer, que el frío le enrojeciese las mejillas, se le desentumecieran los músculos de haber estado durmiendo y para que Ninfa sintiese lo mismo que sentía ella.
Bellelumière se sentó, y saco su paquete de palitos ; no podía pasar un día sin al menos uno, o compartir uno con su compañero Tecktack, cuando esto no era motivo de riñas. Ninfa se sentó debajo del banco donde su dueña mordisqueaba aquel palito, que ella nunca se echaría al hocico.
Entonces, algo llamó la antención de mis amigas, un ruido extraño, que venía del final de la calle, parecía estar muy lejos pero a la vez, les había tronado los oidos. Ninfa no pudo evitar que ese ruido le interesase, y aunque sabía que Bellelumière se iba a enfadar, sólo quería saber qué era ; ella nunca iba a irse dell ado de Bellelumière. Asi que, Ninfa echó a correr, y Bellelumière, que mientras tanto pensaba qué podría haber sido el ruido, cuando quiso darse cuenta Ninfa corría por la carretera, en dirrección al estruendo. Bellelumière salió corriendo tras ella, llamandola, piendole por favor que parase, que no se marchase. Cuando Bellelumière llegó al final de la calle, Ninfa no estaba allí, tan sólo había un extenso campo, con enormes árboles que llenaban de sombra la hierba humeda que habia bajo ellos, copas más altas que los edificios… ¿Edificios ? Cuando Bellelumière pensó bien dónde estaba, y qué estaba viendo, se dio cuenta de que ya no estaba rodeada de edificios, ni carreteras, ni coches, ni siquiera gente : ningún signo de ciudad.  
Nuestra pequeña protagonista estaba asustada, sóla, no sabía en que recondito lugar del mundo, ni cómo salir de ahí, ni siquiera dónde estaba Ninfa.
Siguió llamando a su perrita, no sabía si era buena idea estar ahí, a lo mejor en vez de encontrarla a ella, debería de encontrarse primero a si misma. Pero un ladrido de su mascota la llamó desde el fondo de aquel oscuro y frondoso bosque y, apretando los puños y cerrando los ojos, respiró profundamente y se adentró en el bosque, siguiendo los ladridos de su cariñosa Ninfa. No llevaba movil, ni música, ni siquiera sus palitos… cómo iba a echarlos de menos. ¡Qué estrés !
Bellelumière  continuó andando, desorientada, con miedo, pero decidida a encontrarla. Unos cuentos kilometros dando vueltas en balde, decidió descansar en un tronco ; al sentarse, vio una piedra rarísima clavada en el tronco, e intentó sacarla ; le llevó un rato, pero cuando lo logró, un líquido transparente, mucho menos espeso que la salvia, empezó a derramarse sin parar por el agujero que la piedra había dejado. En ese momento, unas palabras asustaron a Bellelumière :
—¡Oh, por las ramas de mis ancestros ! Muchísimas gracias chiquilla, esa piedra me estaba matando…
Bellelumière dio un salto del tronco, la voz venía desde dentro de él, como si le hubiera hablado ; notó entonces como la piedra en su mano se movía ligeramente, abrió los dedos y se sorprendió, cuando la piedra sacó sus bracitos y sus piernas, como si de una tortuga se tratase, y abrió sus pequeños y pétreos ojos. Con un dedo bajó su párpado y sacó la lengua al árbol. Saltó desde la mano de Bellelumière al suelo, y se coló por unos matojos, perdiendole así la vista.
—Estos jovencitos… ¡qué duros son de mollera ! —Volvió a decir el tronco, con una voz señorial, que parecía tener varias centenas de años…
¿Te has reconocido ? Si lo has hecho, sigo, sino, tu historia a terminado aquí.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Bienvenidos a la Madriguera...

Bueno, encantada de presentárosla. Esta es la Madriguera, MI madriguera, y también TU madriguera.
En la madriguera la puerta chirría al abrirse, el suelo es arenoso, las paredes húmedas y con un tono verdecino; sólo se respira humedad, y un olor embriagador que todos conocereis... ese olor tan verde. Los asientos son diversos: algunas sillas con forro de mimbre a las que le falta alguna que otra pata, unas cajas al reves, algunos cojines rajados y sucios... Pero tomad asiento, porque la madriguera es el reflejo del alma de todos, y todos estaréis agusto en ella, aunque como veis, es un sitio un tanto hostil.
Pero aún así, la madriguera os conoce, tanto como os puedo conocer yo, ve cuando teneis un mal día, sabe cuándo y cómo haceros reir, sabe escucharos y hablaros; sobre todo hablaros. Y para eso está aquí.
La madriguera es la casa de las historias, de los reflejos, de los sueños y la peor esencia de cada cosa.
Por último me gustaría agradecer que hayáis leido hasta aquí, porque aquí empieza esto a funcionar. Jugaremos a interpretar la vida desde dentro de La Madriguera.
Poco más que deciros, cada uno teneis un ser pequeñito que vive dentro de La Madriguera, es como vosotros, viste igual, piensa igual y actua igual, pero no se llama igual. ¿Sabréis quién es cada uno?
Esto es por vosotros, que sois como la dura roca que sujeta mi propia madriguera, muchísimas gracias, y espero que disfruteis de vuestra estancia aquí.
Un besito, Neck.
(: