domingo, 28 de noviembre de 2010

Pon un arcoiris en los días grises, Colours...


¿Preparados? Y por lo que sé ansiosos (:
Muchas gracias por vuestros halagos, y me encanta que os este gustando tanto, espero que siga siendo así, y acepto críticas constructivas^^
Belle estaba aterrada, no entendía que estaba pasando, dónde estaba, cómo habia llegado hasta allí, si estaba perdida, si la encontrarían, si Ninfa seguiría viva. Tenía miedo. Fue entonces cuando el tronco apoyó sus pesadas ramas en el suelo, y se irguio con movimientos rígidos, levantando tierra y polvo, trozos de corteza seca caían a los pies de Bellelumière, que aterrada salió corriendo, hacia ninguna parte, no sabía en qué dirección, ni siquiera si en esa especie de mundo mágico, las direcciones eran las mismas. Corrió y corrió, dejando atrás aquel vivaz trozo de árbol, qué, sin ninguna lógica, había despertado de su letargo y había hablado a Bellelumière.
El tronco se sorprendió, tenía el gesto de alguien con más de tropecientos años tallado perfectamente en la madera.
—Qué chica tan rara… ¿Porqué habrá salido corriendo sin llevarse su premio?— Dijo este; En el hueco que el enorme tronco había dejado bajo él, había una pequeña joya azul, como sacada si quiera de un anillo; pero era para Bellelumière, y ella había huido.

Fue entonces, cuando bajo las copas de los árboles, como si estas marcasen el límite del cielo, todo comenzó allenarse de espesas nubes de colores púrpuras; el tronco carraspeó unas palabras, y sacando la joya del hueco y tendiéndola en su mano, volvió a esconder su rostro entre la arena.

Mientras tanto, en la otra punta de la cuidad, mundo, dibujo o recoveco, estaba durmiendo plácidamente  otro de mis especiales amiguitos.
Enterrado entre sábanas, abrió los ojos repentinamente como si no hubiese estado durmiendo, y cerrando estos suspiró. Sólo con haber abierto los ojos, sabía que iba a ser un mal día.
Se desperezó y retiró la ropa de cama, se levantó a paso lento, y entonces supo porqué iba a ser un mal día, tan sólo cuando el frío suelño le produjo en los pies un escalofrío que le recorrió la espina dorsal como un calambre, y tras la ventana había un poster real, en el que habían pintado un horrible, triste y sobrio día de invierno.
Mi amiguito dirigió sus cansados pies hacia el cuarto de baño, y en el espejo observó su rostro: ojeras, parpados caidos, labios resecos, el flequillo despeinado y echado hacia atrás… Buuf… Le llevaría un rato arreglñarlo todo.
Pero eso nunca podría con mi querido Colours, alegre, divertido, cariñoso, bueno, muy bueno, generoso y humilde.
Cuando ya estaba preparado, ataviado con su divertida ropa de diferentes colores, bajó al salón de su casa mentalizándose: No tenía porqué ser un mal día, ¿No?
Pero así, era, sí lo iba a ser.
Cuando bajó su casa era sombría, estaba vacía, ni un solo susurro, ni una tenue voz. Nada. Cayó entonces en la cuenta, ¿estaría solo?
Pasó a la cocina, y cuando abrió la puerta, una avalancha de agua le empapó las zapatillas y los bajos de los pantalones; con los ojos abiertos como platos, dirigió su mirada al lavabo: la cocina entera estaba empantanada porque alguien se había dejado el grifo abierto. Pasó en puntillas a cerrar la corriente de agua, tragó aire despacio y lo soltó. Echó mano a su móvil para contactar con su madre, pero al ver el teléfono…¡Llegaba tarde a trabajar!¡Muy, muy tarde!
Salió corriendo hacia la puerta que daba a la calle, y sin saber porqué, su máquina de dibujar, estaba en la mesita de la entrada. La cogió, la metió en su cartera porque pensó que echar algunos dibujos le vendría bien, y con los zapatos y medio salón empapado, salió corriendo hacia su trabajo mientras llamaba a su madre por teléfono, se sentía agobiadísimo, más que muchas veces.
Iba tan rápido, tan concentrado en poder explicarse a su madre mientras corría y se ahogaba, que sin saber cómo, ni porqué, ni siquiera qué era, una enorme bola de nieve le atrapó, y todo a su alrededor era frío y estaba oscuro; rodó y rodó sin saber hacia dónde iba, sin saber cómo salir, pudo rodar durante muchísimo rato, estaba empezando incluso a acomodarse en esa locura que no paraba de dar vueltas y le estaba revolviendo el estómago, cuando de repente un golpe seco le golpeo fuertemente la espalda, y la gran bola de nieve se rompió, esparciendo toda la nieve por el suelo. Colours se levantó dando tumbos, mareado, con más colores en su cara que en su nombre, e intentó saber a dónde había ido a parar, y que ojalá le hubiera dejado cerca de la panadería, porque seguro que su jefa iba a mandarle allí.
Miró entonces a su alrededor, y ni mucho menos estaba en su casa, tampoco en su barrio, ni en ninguno cercano, ni siquiera en su ciudad.
Se paró a mirar con qué se había chocado cuando la espalda se le resintió, y al mirar al suelo vio unas enormes patas de saltamontes. Tragó saliva y guió su mirada desde esas enormes patas de insecto, por un enorme bicho de colores amarillentos, hasta unos gigantes ojos redondeados llenos de vetas, que tenían pinta de estar muy enfadados. Colours calló en ese momento en el suelo, mareado, confundido, muerto de miedo y estando seguro de que iba a ser el peor día de su vida.

¿Qué os parece?¿Y a ti, Colours?

1 comentario:

  1. Sencillamente genial! Como todos hasta ahora! <3
    espero el siguiente post! >///<

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